Me dediqué algunos días a pensar en él, miré su cara en mi imaginación y vibré al escuchar su voz. Me cansé de ilusionarme en vano, decidí apartar mis pensares, y durante toda esa semana no dejaba de dormir con la más absoluta impaciencia. Un día, el cual no puedo acordarme, los rayos del sol atravesaron mi ventana y apuntaron justo en mi cabeza, hicieron que despertara, y miré la realidad mediante el camino indicado, el cual solamente nosotros conocemos. Cuando mis piernas pudieron pisar la tierra y no desmoronarse, cargué mi mochila, y seguí el camino iniciado. Me decidí.
Los eternos días pasaron, y sin paredes que sostener, me pasaba el tiempo sin conseguir una buena porción de corazón, no sabia donde comprarla ni donde venderla, pero si sabia que compartiendo mis sentimientos, mis ideales y mi carisma podía hacer que él quisiera conocerme y sacar de mí las esencias que no consigo en ningún puesto de venta.
Partí hacia el futuro incierto, y estaba allí, todo lo que había soñado, olvidado y recordado. Dispuesta a dejarlo todo, sumidos en un puerto ajeno para ambos, mi cuerpo abandonó mi ser y huyó al igual que el suyo. Casi sin apuros respiré lentamente todos los segundos que me mantuvieron quieta, perdí la noción del tiempo y en la mañana desperté a su lado, mirando como dormía por un buen rato.
El sueño duró tan poco. Esta es la realidad.
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