viernes, 7 de enero de 2011

Suavecito. Verde y ligero. Contágiame de tu alegre enfermed. Te quiero.


Desorden, delirios y días absurdos. Noches y sueños vacíos. Voy y vuelvo, paso por todos los lugares, creo parajes teñidos de un verde cielo, controversia de ideas. Ningún lugar. Despierto. Miro hacia afuera, y por momentos no se oye nada, sólo el movimiento de los árboles, tras un estallido de rumores pesados, de granizos cálidos y ahora la calma. Respiro profundo y olvido. Pasa desapercibida la vida, enajenada y callada. Suave sensación de no saber qué es, ligeramente cálida atracción de una enfermedad contagiosa. Se asemeja al final, ansias de ti…

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