miércoles, 20 de junio de 2012

Confianza y confusión entre sueños y realidad


Cuando sueñas te enamoras, te despiertas y ya no existe.  Ilusos soñadores, creímos en la utopía de la felicidad. ¿Y qué es eso? Momentos, trocitos de sueños en que se detiene el tiempo y te regocijas con la risa de alguien más, con los rostros eufóricos de satisfacción, las palabras bonitas del día a día y caricias pintorescas, hasta que te das cuenta que no se puede reír siempre y menos vivir de eso, todo sigue su curso.
Y pensar que estuve en un coma profundo por tanto tiempo. Hace mucho que no me sentía así. Jugamos un juego prohibido, la mentira no fue suficiente. La vida es un sueño. Nos arriesgamos y caímos en el túnel más oscuro e interminable, del cual ahora sólo quiero ver la luz, pero aún no comprendo las cosas como son, no puedo salir. Durante las primeras noches te soñaba. Durante el día sólo me inventaba distintas alternativas, esperando que el tiempo pasara rápido, al contrario, para aliviar un poco el dolor terminaba sumergida nuevamente en el sueño, del cual despertaba aturdida y más confundida. Transcurrieron lapsos en que recuerdos hermosos eran lo único que me hacía no sentir rencor ni dudar. Un día decidí levantarme y correr bajo la lluvia, sin importar mojarme, total ya pasé la peor tormenta. El túnel que al principio se veía oscuro, ahora está más despejado, ¿es que amaneció o me acerco al final? Existen dos caminos, ninguno es fácil, pero qué más da siempre he optado por lo complejo, lo único que tengo claro es que al final de ambos está el sol. De todos modos no puedo salir sola, se trata de despejar los miedos y optar. Enamorarse es una actitud. Sentir, pensar y actuar hacia un mismo lado, todo junto. No es suficiente sentirlo, hay que probarlo. El tiempo y la verdad. Al final del túnel, siento que día a día muero un poco en ti. Y tú también en mí...